Cómo olvidar el dos de octubre de 2016, día en el que
Colombia decidiría si apoyaba el acuerdo final para la terminación del
conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Con un absentismo de
aproximadamente 62%, el plebiscito fue rechazado por el 50.2% de los votantes,
que en un sentir de indignación, no deseaban que el acuerdo pactado por el
gobierno se llevara a cabo bajo lo establecido en la Habana. Es más, algunos de los votantes creyeron que
el “enfoque de género” del acuerdo, contradecía sus convicciones personales en
contra del homosexualismo. Grave error
el desconocer que la igualdad de oportunidades de participación de mujeres y
sus organizaciones dentro del acuerdo, es lo que afortunadamente se encuentra
establecido para la implementación del mismo, asi como también, un enfoque
étnico.
Viví aquel día gris en el Consulado de Colombia en
Newark, Nueva Jersey y con profunda tristeza poco a poco me enteraba de que los
colombianos nos encontrábamos en una división de ideas. Entendí que perdonar es más difícil de lo que
muchos piensan y que a pesar de mi personal indignación ante los resultados,
era claro que era necesario reconciliar esta división de ideales en nuestro país.
Al gobierno le tomó menos de dos meses
demostrar que a pesar del dos de octubre, el camino de la paz debía continuar firme,
pero teniendo en cuenta las observaciones de la oposición.
Afortunadamente el acuerdo estaba estructurado de tal
manera, que incluía la iniciativa legislativa como forma de refrendación y gracias
a ello, a finales de noviembre de 2016, ya se había firmado un nuevo acuerdo
final para la paz. A la fecha, siguen
siendo admirables todos los acontecimientos y el ritmo en el cual se ha llevado
a cabo la implementación, especialmente la participación de la misión política de
verificación de las Naciones Unidas, la cual ha logrado en 180 días, una
recolección importante del armamento de las FARC.
En las redes sociales aún se percibe inconformismo y
rechazo por parte de los colombianos quienes aún no le abren paso al futuro que
solo el perdón y la reconciliación le pueden brindar a la nueva Colombia, en
donde ningún niño más será asesinado por la miles de armas que antes poseían
las FARC.
El post-conflicto que el acuerdo de paz proyecta para
Colombia contempla una constante verificación nacional e internacional que le
hace falta valorar a los opositores. Claramente
en el camino vendrán diferentes problemas después de la entrega de armas y la
reconciliación implicará esfuerzos adicionales que son casi imposibles de
predecir acertadamente en la actualidad, sin embargo, la responsabilidad
debería recaer también a nivel municipal y departamental. No es racional culpar de todos los males del
país y del post conflicto a una sola persona, el presidente de la república. Tanto la llamada Jurisdicción Especial para
la paz (JEP), como la reincorporación económica y social de los excombatientes,
debería ser también responsabilidad de alcaldes, gobernadores, demás
representantes gubernamentales y de cada uno de los colombianos.
Duración de la Implementación
¿Cuál es el
conocimiento general de los colombianos con respecto al Plan Marco de
Implementación de los Acuerdos? Podemos
empezar diciendo que estará vigente por diez años y que estará incluido en el Plan
Nacional de Desarrollo durante los dos siguientes periodos presidenciales, por
lo cual deberíamos empezar a familiarizarnos al respecto. No pequemos por ignorancia, no destruyamos el
presente por el odio que fue marcado en nuestro pasado.
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